dijous, 10 de febrer del 2000

Los estados de las crisis


[Ö] El estado de crisis es un concepto que se aplica para describir una de las fuentes del llamado cambio evolutivo o estable. En este caso, se sostiene que las estructuras sufren desajustes transitorios, pero sus efectos son absorbidos por el propio sistema. Estos cambios no significan variaciones en el orden prevaleciente. En las crisis hay efectos transitorios y sobre ellos actúan los mecanismos internos de regulación, para devolver hacia sus valores normales las variables críticas que han sido afectadas.

El estado de crisis es una situación en la cual: a) existen relaciones antagónicas, de índoles transitoria y localizadas en ciertos puntos de la organización; b) su existencia es conocida por los participantes, quienes perciben la presencia de un conflicto cuya permanencia les afecta; c) es posible una división entre las manifestaciones del conflicto y las causas más profundas que las generan, de manera que resolver sus efectos no anula la crisis; d) la organización no puede, en el sentido de su supervivencia, mantener el conflicto por mucho tiempo, si éste se sitúa más allá de los umbrales de tolerancia; e) a diferencia de otros eventos, las crisis no son deductivamente repetitivas, sino singulares y únicas, no pueden predecirse; f) la crisis implica un debilitamiento de los mecanismos de control, hay una pérdida transitoria de estabilidad por la incapacidad relativa de los controles para mantener las condiciones anteriores.

Una vez presentadas las crisis es factible predecir su finalidad, y es posible calificarlas. A priori se conoce sólo la probabilidad de ocurrencia, pero no la forma que vaya a adoptar, ni la intensidad que presentará. Deba aclararse que existe la posbilidad de estudiar las crisis recurrentes; en este caso es único y singular su patrón, su referencia, su argumento, mientras que la recurrencia se halla basada en que cada clase responde al mismo eje argumental.

Pueden mencionarse entonces ciertos conflictos esquemáticos que llevan a situaciones de crisis. Ellos son, por ejemplo, las situaciones de cuestionamiento de la autoridad establecida (crisis de legitimidad), la ruptura de intercambios con el medio (crisis de aislamiento), la introducción de rasgos culturales disociados de los rituales vigentes (crisis de moderninzación). En todos estos casos emergen nuevos comportamientos, pero el sistema no pierde continuidad.

Como característica común, las crisis muestran una defección temporaria o debilitamiento de los mecanismos de regulación del sistema, que pierden efectividad debido a los cambios en las condiciones internas. Los estados de crisis pueden desarrollarse de muy diversas maneras. Sus efectos pueden ser reabsorbidos, reflejarse sobre las funciones del sistema, mantenerse latentes y crecer para convertirse en colapsos organizacionales. En todas estas alternativas también es característico de la crisis el conocimiento de la situación por los participantes de la organización.

Las crisis pueden llevar o derivar al sistema hacia situaciones muy diferentes en amplitud e intensidad. Si bien son fenómenos localizados preocupan sus proyecciones sobre el resto del sistema. El resultado de las fuerzas antagónicas en un punto de la organización puede llevar a la inacción o ruptura de las condiciones vigentes en el entorno cercano a los elementos en conflicto. Los efectos de la crisis incluyen el riesgo de la regresión del sistema en el sentido de la pérdida de variedad en las respuestas o, por el contrario, pueden brindar al sistema nuevas oportunidades de progreso en su funcionamiento.

Desde el punto de vista de la autoorganización ciertas crisis pueden ser explicadas como el resultado de una amplificación de las relaciones dialógicas que coexisten en las organizaciones. El funcionamiento del sistema como conjunto implica restricciones para las acciones individuales, ya que la ilimitada expresión de estas últimas puede amenazar la integridad del sistema. Por ejemplo, la autonomía y las limitaciones para el funcionamiento individual coexisten rasgos del sistema. La organización virtualiza o inhibe propiedades de los elementos constituyentes y, de esa manera, los componentes no pueden adoptar la totalidad de sus estados posibles. Ello es una fuente endógena de crisis.

Otras causas de las crisis en los procesos de cambio organizacional calificables como endógenas son las relaciones de naturaleza antagónica y competitiva que coexisten en las organizaciones complejas. Los estados de crisis implican en este caso una exhibición (o desinhibición) de las variables que se han mantenido sumergidas y también una manifestación de la posible degradación del sistema, por las tendencias naturales hacia el desorden y la uniformidad.

Para el enfoque de la autoorganización algunas fluctuaciones son aleatorias o accidentales y otras son desajustes internos que se producen en las actividades de mantenimiento y desarrollo de los sistemas. En este sentido, las crisis pueden provenir de una discontinuidad en el crecimiento o el desfasaje entre la aceleración del proceso en ciertos sectores, y el simultáneo retraso en otras áreas menos dinámicas. En estas formas de crisis de crecimiento está presente el factor tiempo, reflejado por el desacople entre los diversos ciclos de actividades que coexisten en la vida de la organización.

En un marco de análisis más amplio, constituyen una fuente permanente de crisis las incongruencias entre las perspectivas parciales de las lógicas empleadas en cada uno de los mencionados dominios de la realidad organizacional. Por ejemplo, las diferencias entre los planes, las capacidades y las relaciones socioafectivas. En procesos estables, estas relaciones no son problemáticas porque las variables (como insumos, productos, retribuciones) se mantienen por debajo de las magnitudes que son críticas para el sistema.

En cuanto a las fuentes externas de las crisis (excluyendo el extremo de las catástrofes), consisten básicamente en la discontinuidad en los flujos de intercambios con el medio ambiente, tales como problemas de financiamiento o los excesos de producción no ubicables en el mercado. Otras causales son las que plantean los marcos de ambigüedad para las situaciones de decisión. Es el caso del cambio en las variables ambientales que colocan al sistema frente a exigencias contradictorias para las cuales no tiene una respuesta inmediata ni única. Por ejemplo, el desvío en la demanda hacia los productos de la competencia, la aparición de innovaciones tecnológicas, nuevas leyes y ordenanzas fiscales, la falla en los aprovisionamientos o los conflictos laborables.

En los sistemas activos, como las organizaciones sociales, no tiene sentido hablar de crisis permanentes. Bajo la lógica de la autoorganización siempre habrá un momento de poscrisis, a partir del cual el sistema vuelve a operar con cierto determinismo en sus acciones. Dadas sus particularidades, las situaciones de crisis deben ser identificadas como tales por el operador organizacional, ya que requieren un tratamiento también específico. No son calificados como crisis los problemas de decisión instrumental, tácticos y técnicos, que surgen durante el trabajo, tales como la falta de medios, la incomunicación entre sectores, la obsolescencia en los equipos o la falta de conocimiento en los participantes.

Los problemas técnicos tienen su origen en el dominio de las capacidades de la organización, y su resolución se logra mediante el dominio de los propósitos. Los casos que implican desvíos normales en las operaciones no son estados de crisis de la organización, sino ecuaciones cuyas incógnitas pueden ser despejadas o resueltas por modelos de investigación operativa o por la teoría de las decisiones. La resolución de los problemas o escala de valores que, en el caso de las crisis, son precisamente objeto de cuestionamiento.

La especificidad de las situaciones de crisis consiste en que ellas siempre afectan a los comportamientos de la organización en el dominio de las relaciones internas. Las situaciones que se identifican como crisis también significan una ruptura dentro del orden de las relaciones vigentes. Una crisis implica la presencia  de varios tipos de racionalidad que actúan o presionan sobre una misma situación. Por ejemplo, la coexistencia de las racionalidades individual, grupal, institucional y de otras organizaciones del medio, confrontadas todas ellas en la búsqueda de nuevos sistemas de retribución o compitiendo por recursos escasos. Desde un punto de vista fenoménico, las crisis se manifiestan siempre en el dominio de las relaciones, cuya etiología puede provenir de cualquiera de los otros dominios, pero su manifestación, abordaje y resolución pasa siempre por los modos de relación entre las personas que componen la organización, y más concretamente predomina en estas situaciones la lógica del poder.