divendres, 19 de juliol del 2013

Pacte per a la infància

La signatura del Pacte per a la Infància significa un gran salt qualitatiu en les polítiques d’infància i adolescència a Catalunya, un projecte ambiciós que no sols dóna eines per protegir i atendre el col·lectiu en situació de vulnerabilitat, sinó que també inclou mesures de prevenció, fomenta la participació i promociona els drets, els deures i les oportunitats de tots  els infants i adolescents. Per això, el Pacte per a la Infància a Catalunya s’ha basat en la cooperació entre l’Administració, els agents econòmics i socials, els grups parlamentaris i la societat civil. Un procés participatiu, obert, crític i sobretot amb una clara voluntat d’entesa.
Després d’un ampli procés de diàleg i consens, el Govern de Catalunya, juntament amb entitats, institucions, agents econòmics i socials, entitats municipalistes i grups parlamentaris, signen el Pacte per a la Infància a Catalunya i es comprometen a complir les línies que se’n preveuen i a fer-ne un seguiment mitjançant una comissió creada per a aquesta finalitat. Aquesta visió compartida que implica el Pacte per a la Infància a Catalunya representa un avenç pel que fa al reconeixement de la infància i l’adolescència com una de lesprioritats del nostre país i acorda el conjunt de reptes que cal assumir entre tots els signants durant els propers anys.

Palau de la Generalitat (Barcelona), 19 de juliol de 2013




dijous, 4 de juliol del 2013

3. El estudio de la familia desde la investigación en terapia familiar. Aproximación

[ÖDesde la concepción ideológica de la familia como un sistema, históricamente se han hecho intentos de establecer tipologías de familias, y desde el campo psicopatológico los primeros intentos se centraron en relacionar el estudio comunicativo con el tipo de síntoma que presentaba el paciente identificado de la familial (1).

En 1959 D.D. Jackson presentaba una tipología basada en las transacciones y definió tres modos de interacción básicos: simétrica, complementaria y recíproca. S. Minuchin abandona la idea de la diferenciación a partir del síntoma y considera la estructura y organización de la familia: las clasifica en familias dispersas y aglutinadas. Progresivamente irán apareciendo tipologias de proceso que irán haciendo hincapié en el movimiento y en el cambio.

Stierling y otros (1973) introdujeron las nociones de centrífugo y centrípeto. Wertheim (1973), analiza los mecanismos de cambio de una familia, así como sus elementos estructurales, observa dos dimensiones en la familia. Las tendencias morfostáticas (de estado estacionario) y las capacidades morfogenéticas (de cambio de reglas). Distingue entre la morfostasis consensual (equilibrio entre objetivos individuales y familiares) y la morfostasis forzada (los individuos se guían por reglas rígidas pero encubiertas que operan en interés de la familia).

La segunda dimensión sería que una familia podrá cambiar sus reglas de manera flexible, o bien, no podrá hacerlo y tenderá a aceptar un cambio desde afuera (morfogénesis inducida).

A estas variables de cambio, añade un grupo de variables estructurales relacionadas con los límites, tanto internos como externos (sistemas externa e internamente abiertos, interna y externamente cerrados y sistemas sólo abiertos en el aspecto interno y otros solo abiertos externamente).

Reiss (1971) estudia la correlación entre los estudios de interacción familiar, y determinados síntomas (esquizofrenia y delincuencia), a partir de cómo reaccionaban ante una seria de problemas nuevos. Elabora una teoría según la cual existen tres tipos de familias:

  • Familias con sensibilidad al consenso, que valora más el ponerse de acuerdo y evitar conflictos que encontrar la solución adecuada a un problema dado.
  • Familias sensibles a la distancia interpersonal: cada miembro trata de mantener su independencia a costa de la cooperación familiar.
  • Familias con sensibilidad al medio: los miembros son capaces de colaborar entre si y de admitir informaciones del exterior.


Estas últimas, según Reiss, serían las que no presentarían ningún miembro sintomático, en las primeras un miembro esquizofrénico, y en las segundas un delincuente.

Watzlawick, Weaklan y Fisch (1974) centraran su estudio en la diferencia entre la familia “normal” y la familia “patológica”, según el distinto grado de flexibilidad que estos dos tipos de familias manifiestan frente a la necesidad de hacer suyas conductas que respondan de forma adecuada a las dificultades que deben resolver. Mientras que las primeras utilizan una vasta gama de conductas, las segundas se muestran rígidas, bloqueadas, carentes de alternativas (2).

Cantor y Lehn (1975) establecen una tipología de estructuras familiares abiertas, cerradas y aleatorias, según su modo de mantener la homeostasis. Beavers (1977) con el método de observación directa de la interacción familiar estableció dos dimensiones: la adaptabilidad (interacción compleja de características morfogénicas y morfostáticas) y el estilo de interacción familiar (centrífugo, centrípeto) o la combinación de ambos. La adaptabilidad de las familias se evalua en una escala de 10 puntos como sanas, nivel medio o muy perturbadas.

Beavers dice que las familias centrífugas muy perturbadas producen comportamientos sociopáticos, mientras que las centrípetas producen problemas de tipo psicótico. A medida que los dos estilos se entremezclan las dificultades son más del tipo de los trastornos de conducta si domina el estilo centrífugo o del tipo neurótico si predomina el centrípeto.

Olson, Russell y Sprenkle (1979) establecen el modelo circumplejo de los sistemas familiares. El comportamiento familiar puede explicarse a partir de 3 dimensiones: cohesión, adaptabilidad (grado de flexibilidad y capacidad de cambio del sistema familiar) y comunicación.

El grado de cohesión de la familia se mide a través de variables específicas como: lazos emocionales, independencia, límites, coaliciones, tiempo, espacio, toma de decisiones, intereses y ocio.

La adaptabilidad se observa y mide a través de la estructura del poder familiar, estilos de negociación, relaciones entre roles, reglas de las relaciones y retroalimentación. En cuanto a la dimensión de la comunicación consideran que juega un papel facilitador de las otras dos.

Hoffman (1981) intentó hallar la clave que explicase el cambio súbito en las familias. Las ideas claves de su modelo son el cambio discontinuo y el movimiento en espiral (movimiento de final abierto). Afirmaba que las familias pueden verse como grupos con características contrastantes o mixtas. Opinaba que el grupo centrífugo-centrípeto podría encontrarse en el extremo inferior de un grupo de niveles organizados según su adaptabilidad. En cada nivel existe la posibilidad de pasar de un estilo a otro según la circunstancia y la necesidad.

Epstein, Bishop y Baldwin (1982) elaboraron el mecanismo de evaluación familiar de Mc Caster (FAD) para medir y seleccionar a las familias en 6 dimensiones respecto al nivel de funcionamiento familiar. Estas dimensiones son: solución de los problemas, comunicación, roles, respuesta afectiva, vinculación afectiva y control de la conducta. Todas ellas van del polo “muy eficaz” hasta el “ineficaz”, de tal modo que un funcionamiento en el primer polo de cualquiera de las dimensiones, supone un buen nivel de salud familiar. Por el contrario el segundo polo estaría relacionado con algún tipo de sintomatología.

Haley (1985) centra su estudio en los llamados sistemas triádicos (relaciones con un mínimo de tres miembros). Postulan que los sistemas familiares se organizan como alianzas o coaliciones. Las alianzas suponen la mayor cercanía afectiva entre dos miembros de la familia en relación a otro, y la coalición supone una variación del anterior con el relevante matiz que se constituye en contra de un tercero. Las coaliciones están formadas por miembros de dos generaciones (un progenitor y un hijo frente al otro progenitor). El resultado de las mismas es la disfunción familiar y el impedimento del desarrollo del sistema (3).

El estudio actual se plantea desde perspectivas epistemológicas y cognitivas, siendo especialmente relevantes los modelos constructivistas, a partir de las aportaciones de Von Foster, Matura y Varela, muy centrados en los significados compartidos por la familia.

Enlaces previos
>> 1. El profesional ante la evaluación familiar
>> 2. El estudio de la familia desde el modelo sistémico. Aproximación


Sigue
>> 4. Evolución del estudio de la familia desde la investigación en malos tratos infantiles


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[1]
Parte de este apartado está incluido en la Investigación La escala de relaciones familiares básicas (ERFB): un nuevo instrumento de evaluación familiar, presentada por Soriano, J., Faus, G, Martínez, F, Puig, E. y Edelstein, G., en el Master de Terapia Familiar de l’Escola de Terapia Familiar de l’Hospital de Sant Pau de Barcelona, 1993.
[2] Campanini, A. y Luppi, F. (1988) Servicio social y modelo sistémico. Ed. Paidós, Barcelona, 1991, pág. 61
[3] http://www.psicologia-online.com/ESMUbeda/Libros/ProfSanitarios/profesionales3d.htm





Jordi Muner
Pedagog, mediador i psicoterpeuta familiar. 

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El estudio de la familia desde la investigación en terapia familiar de Jordi Muner està subjecta a una llicència de Reconeixement-NoComercial-CompartirIgual 3.0 No adaptada de Creative Commons