dissabte, 5 de novembre del 2011

Información, factores e indicadores de malos tratos infantiles. Consideraciones para una evaluación integral

1. Medios y Fuentes de información

La información es el resultado que obtenemos de nuestra intervención o de la intervención de los demás, y se convierte en la materia prima con la que trabajamos para formular el diagnóstico de desprotección infantil por malos tratos o de desprotección infantil por desatención de las necesidades básicas infantiles, en el que se incluye, también, un diagnóstico de las características personales, familiares y sociales del entorno del niño o adolescente, para determinar el riesgo de desprotección infantil.

Debemos distinguir entre las fuentes de información y los medios, a partir de los cuales podemos tener un mapa para orientar nuestra intervención en función de estas dos variables.



2.    Información e Indicadores de malos tratos

A parte de las fuentes y los medios, la información tiene que ponderarse tanto en los indicadores de malos tratos como en la desatención de las necesidades básicas o en los factores, sean estos de riesgo, de protección o de resiliencia. Es decir, hay que darle el valor justo de acuerdo al contexto y al entorno en el que se produce y/o se recoge esa información. Por ejemplo, unos padres ante una separación litigiosa pueden instrumentalizar a los profesionales con la intención de generar una coalición con ellos para perjudicar a la otra parte.


En el cuadro siguiente se recoge la propuesta del Instituto Madrileño del Menor y la Familia respecto a la fuente de información, la información necesaria que debemos recoger, los casos en los que deberíamos consultar esa fuente y recoger esa información, y los medios para ello.

 
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A parte de estos listados, la información para detectar los indicadores se recoge en las entrevistas con la familia, la observación de la interacción de los padres con sus hijos y las coordinaciones con los profesionales de otros servicios. De la información recogida debemos precisar la correspondencia de los indicadores detectados con indicadores de malos tratos infantiles. La percepción de profesionales de otros sectores y de la gente corriente respecto a lo que son malos tratos no siempre se ajusta a lo que la investigación precisa, a veces por defecto y otras por exceso.

También debemos considerar trla procedencia de esta información, diferenciando quién proporciona la información: padres, menor, familia extensa, vecinos, profesionales o nosotros mismos, y a través de qué medios se proporciona: verbales, escritos, observación o como impresión diagnóstica propia o de otro profesional, que se formula a partir de la intervención. Otro aspecto a tener en cuenta es la atribución que nos permite distinguir en que contexto: extrafamiliar o intrafamiliar, se da el indicador/es y si es intrafamiliar a quién se adjudica el indicador: al padre o a la madre. Finalmente, debemos valorar la consistencia de esa información como base del diagnóstico de malos tratos.

Para una relación detallada de indicadores de malos tratos infantiles en el niño o adolescentes y en sus cuidadores, y una relación según ámbitos profesionales de atención a la infancia puede consultarse el documento del Observatorio de la infancia estatal: Maltrato infantil: detección, notificación y registro de casos[1].


3.    Información y Factores

Podemos distinguir tres grandes tipos de factores: de riesgo, de protección y de resiliencia. Un factor podemos definirlo como un condicionante donde su presencia, junto con otros factores, puede desencadenar un resultado. Esto nos sugiere que los factores son, pues, condicionantes que pueden estar presentes en el entorno personal, familiar y social del niño o adolescente, y pueden provocar una situación de desprotección infantil por malos tratos o por desatención de sus necesidades básicas. Por tanto, los factores que la bibliografía nos propone son elementos que la investigación ha asociado a situaciones de desprotección. Nuestra propuesta de factores se estructura de la siguiente manera:
  • Factores de riesgo
    • Factores predisponentes
    • Factores desencadenantes
    • Factores de mantenimiento
  • Factores protectores
    • Factores protectores o compensadores
    • Factores resilientes

Respecto a los factores de riesgo de malos tratos deberemos distinguir los factores predisponentes, es decir los que están presentes o activos en el caso, de los que la investigación establece como potencialmente causantes de malos tratos. En un plano más concreto debemos precisar los factores determinantes o desencadenantes que han producido la situación de malos tratos y, si es posible, los factores de mantenimiento que han dado continuidad a los malos tratos. A menudo, no siempre es posible distinguir los factores determinantes de los de mantenimiento, en tanto que los primeros se estabilizan y mantienen la situación de malos tratos.

Aunque nosotros vamos a seguir esta clasificación para valorar los factores de riesgo hay otros autores como Ciccheti y  Rizley (1981) que distinguen los factores de riesgo en dos categorías en función de la duración de sus efectos: "factores de vulnerabilidad" o crónicos  y  factores de riesgo transitorios. Los primeros recogen la cronicidad en factores como los déficits en la historia evolutiva (experiencias en la infancia negativas tales como rechazo emocional y falta de calor afectivo), características del niño (handicaps congénitos). Los segundos recogen la transitoriedad de estresores circunstanciales a corto plazo como son las relaciones conyugales: conflictos maritales, separación conyugal o viudedad, la situación laboral (paro, problemas en el trabajo,...) o las características del niño (enfermedad, bajo rendimiento,...).

Según estos autores una situación de malos tratos estará determinada por el equilibrio existente entre los factores de riesgo y los factores de compensación que disminuyen el riesgo de maltrato. Cuando los factores de riesgo transitorio o crónico no pueden ser contrarrestados por los factores de compensación, se producen los malos tratos.

En toda situación de malos tratos se detectan, por tanto, factores de riesgo que se asocian a la producción de esos malos tratos, pero también factores de protección[2] que lo evitan o lo disminuyen. Recientemente, la investigación ha hecho mella en este enfoque dando como resultado una mirada diferente que intenta distinguir entre factores protectores o compensadores[3] y factores resilientes. Aunque como veremos, a pesar de que se tratan y se conceptualizan de maneras diferentes, en algunos casos los factores  son parecidos sino idénticos, e incluso, a veces, se utiliza indistintamente el término protector y resiliente en literatura especializada[4]. Lo cual pone en evidencia la juventud del tema.

Al igual que en los factores de riesgo, los factores protectores son aquellos que la investigación identifica como capaces de proteger a los hijos ante situaciones de malos tratos. “El ‘poder protector’ de determinados factores (presentes en el niño, la familia o el entorno) depende de la capacidad para evitar el maltrato y la capacidad para reaccionar adecuadamente si se llegara a producir éste[5] . Por tanto, su presencia compensa el riesgo de malos tratos ofreciendo la protección necesaria para que no se produzcan o cuando se producen. Estos factores también son llamados factores compensadores, los cuales “(…) actuarían modulando los factores de riesgo e impidiendo el maltrato. La conducta parental estaría determinada por el equilibrio relativo entre los factores de riego y los factores de compensación que experimenta una familia[6].

Los factores resilientes nos hablan de las capacidades para resistir el impacto de un hecho traumático y seguir un proceso de desarrollo individual (individuación) y social (socialización) saludables. “Resiliar (résilier) es recuperarse, ir hacia delante tras una enfermedad, un trauma o un estrés. Es vencer las pruebas y las crisis de la vida, es decir, resistirlas primero y  superarlas después, para seguir viviendo lo mejor posible. Es rescindir (résilier) un contrato con la adversidad”[7]. Debe señalarse que estos factores disminuyen la revictimización de los menores que han sido víctimas de malos tratos.

Como vemos la diferencia parece que estriba en el poder de protección de los factores de protección cuando, en el peor de los casos se producen los malos tratos, y en el poder de recuperación de los factores de resiliencia cuando uno ha sido víctima de una situación de malos tratos que le ha provocado un trauma. Quizás el elemento diferenciador de estas dos categorías de factores radica, por un lado, en la temporalidad y la severidad de los malos tratos, es decir el tiempo que los menores han estado expuestos a tal situación y la intensidad con que se han expresado estos malos tratos. Y por el otro la capacidad de la familia, especialmente de los padres, de superar esta situación. “(…) la resiliencia sería un proceso de negociación del riesgo en que los factores protectores se opondrían al riesgo y los factores de vulnerabilidad llevarían a sucumbir a ese riesgo: ‘por tanto, el efecto de protección o de vulnerabilidad sólo es evidente si se combina con el riesgo[8]

Quizás esto nos ayude a diferenciar aquellos hermanos que habiendo vivido una misma situación de malos tratos unos sucumben por experimentarla como un trauma y otros se recuperan y son capaces de desarrollar un proyecto de vida saludable porque son menos vulnerables, a pesar de que la familia y/o el entorno hayan reaccionado rápidamente (factores de protección) ante esos malos tratos.


4.    Factores de riesgo de malos tratos y Modelos explicativos

La investigación identifica una serie de factores asociados con las situaciones de malos tratos infantiles, tanto por acción como por omisión, a los que llama factores de riesgo o factores de riesgo social. Aunque el riesgo social aquí se refiere, como ya lo hemos especificado en su momento, al riesgo de malos tratos. Estos factores se han ido ampliando a medida que los modelos sobre el maltrato infantil han evolucionado.

4.1.   Modelos de de primera generación (1961 - 1975)

Las características de los modelos de esta época es su enfoque lineal y unidimensional. Entre estos encontramos el modelo psiquiátrico – psicológico que surge del Congreso sobre La Síndrome del niño maltratado, organizado por Kempe (1961). Este modelo fundamenta los malos tratos en los trastornos de personalidad y de comportamiento de los padres. Los factores sobre los que se apoyará serán la personalidad del maltratador, sus toxicomanías y adicciones, la transmisión intergeneracional del maltrato, la cognición social y el etilo y prácticas educativas.

En esta época también aparece el modelo sociológico. Toda vez que atribuyen un papel secundario a la salud mental de la persona maltratadota, ponen el acento en las variables de tipo social como las condiciones sociales, los valores y las prácticas culturales, las cuales provocan estrés y producen violencia social y castigos físicos (Chaffin, Kellehe i Hollenberg, 1996).  Los factores relevantes de producir malos tratos según este modelo son el estrés familiar, el aislamiento social, la aceptación social de la violencia y la organización social de la comunidad.

Un último modelo es protagonista en este período, el modelo centrado en el menor, es decir en las características del menor como causa de malos tratos. El menor, la víctima, presenta características personales que resultan molestas, incómodas e, incluso, rechazantes para sus padres. Ante las cuales siente impotencia, frustración y estrés, y determinaran las relaciones paterno-filiales (Azar, 1991). Los factores de riesgo relevantes son la edad el menor, su estado físico y su conducta, haciendo especial hincapié en aquellos aspectos que suponen en el un handicap.

4.2.   Modelos de segunda generación (1975 - 1993)

Los modelos de esta época se distinguen por su enfoque multicausal o multidimensional, por remarcar la interacción dinámica entre las variables de padres e hijos/as, y por que persiguen ser más descriptivos que explicativos. En este período encontramos el modelo ecológico de Belsky (1980), con un enfoque integrativo basado en el modelo teórico de Bronfenbrenner sobre el desarrollo humano. Más que señalar factores de riesgo, Belsky, lo que propone es una mirada en los entornos en los que se manifiestan los factores de riesgo. Así, propone tener en cuenta el desarrollo ontogenético, el microsistema familiar y sus entornos exosistémico y macrosistémico.

Dentro de un enfoque transaccional encontramos dos modelos, el modelo transaccional de Ciccheti y Rizley (1981) y el modelo de los dos componentes de Vasta (1982). El primero centra su atención en categorizar los factores de riesgo que provocan y sostienen una situación de maltrato infantil. Distingue entre los factores potenciadotes permanentes, los factores potenciadotes transitorios y los factores compensadores o amortiguadores. El segundo modelo se fundamenta en la teoría de la agresión de Berkowitz (1974), y se interesa en las actitudes y estrategias de disciplina de los padres maltratadotes y su reactividad emocional. Distingue dos factores de riesgo a tener en cuenta en la conducta de los padres: el comportamiento agresivo instrumental y el comportamiento agresivo impulsivo.

Otro modelo perteneciente a esta época es el modelo transicional de Wolfe (1987), el cual  fundamenta la explicación de los malos tratos infantiles en el desarrollo de la conducta abusiva dentro del contexto familiar. Son factores de riesgo la aparición de un patrón de malos tratos y los procesos psicológicos de los padres relacionados con la activación y afrontamiento de la cólera.

4.3.   Modelos de tercera generación (1993)

La teoría de procesamiento de la información social de Milner (1993), fundamentada en las cogniciones de los padres en la producción de los malos tratos, centre su atención en los estadios: procesamiento cognitivo y cognitivo-conductual, y esquemas mentales sobre los hijos. Los factores de riesgo que destaca de cada uno de estos estadios son los siguientes: las percepciones de los padres respecto las conductas de los hijos, las interpretaciones, evaluaciones y expectativas de las conductas de los hijos, la integración de la información y selección de la respuesta, la ejecución y control de la respuesta y las ideas y valores globales y específicos sobre los hijos.

La teoría del estrés i el afrontamiento de Hillson i Kuiper (1994) amplia el modelo de Milner poniendo el acento en el proceso que produce el aumento del estrés en el primer estadio de Milner. Distinguen los siguientes factores de riesgo como determinantes de malos tratos: los factores de estrés parentales, en el menor y ecológicos, las evaluaciones cognitivas primaria (determinantes en la naturaleza estresante de los factores) y secundaria (recursos internos i externos para afrontar el estrés), las conductas de afrontamiento (en función de las disposiciones o tendencias de afrontamiento estables adaptativas o disfuncionales), y los comportamientos parentales resultantes (funcionales o facilitativos, negligentes o abusivos).


5. Factores de riesgo, de protección y de resiliencia, y modelo ecológico

Para ejemplificar como se distribuyen algunos de los factores asociados a los malos tratos, hemos utilizado el modelo formulado por Belsky de la adaptación del modelo de desarrollo humano de
Bronfenbrenner, distribuyen los factores según su tipología, a partir de las fuentes consultadas. De esta manera, disponemos de tres cuadros de doble entrada: factores de riesgo, factores de protección y factores de resiliencia, donde los factores se clasifican según el modelo ecológico: ontosistema, microsistema, exosistema, macrosistema.

La observación de la distribución de los factores en los distintos cuadros nos marca unas tendencias susceptibles de comentar. En todos los tres ámbitos las relaciones paterno-filiales tienen una presencia importante, y no podría ser de otra manera al tratarse del núcleo donde se manifiestan los malos tratos. En los factores de riesgo se percibe un peso importante de las características de los padres y de los hijos; además de estos factores, López Sánchez (1995) propone como un factor de riesgo más la ausencia de varios factores de protección, especialmente, la ausencia de figuras de apego. En los factores protectores parece destacar la familia y en los factores resilientes las características de los niños juegan un papel importante. 

 
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[1] Maltrato Infantil: Detección, Notificación y Registro de Casos. Observatorio de la infancia, Madrid, 2006.  (descargar) 
[2] Dado que la realidad es dialógica (Morin, E. Introducción al pensamiento complejo. Ed Paidos. Barcelona. 1994), en una misma situación de malos tratos encontramos factores de riesgo y de protección que son concurrentes, antagónicos y, a la vez, complementarios.
[3] Hay algunos autores que idenfican los factores compensadores con los factores resilientes. En este artículo optamos por identifcarlos a los factores de protección bajo un mismo epígrafe Factores protectores o compensadores. Navarro Morales, I. La internvención psicosocial con las familias multiproblemáticas. La perspectiva ecológica, tesis doctoral, Universidad de Valencia. 2002.
[4]Los estudios sobre la resiliencia demuestran el papel central de la familia en la protección psicológica del niño ante la adversidad” Manciaux, M. (compilador) La resiliencia: resistir y rehacerse. Ed Gedisa. Barcelona. 2003. Pàg. 161
[5] López, F. y otros. Necesidades de la infancia y protección infantil. Actuaciones frente a los malos tratos y desamparo de menores. Programa SASI. Ministerio de Asuntos Sociales. Madrid. 1995. Pág. 192.
[6] Atención al Maltrato infantil desde Servicios Sociales. Instituto Madrileño del Menor y la Familia. Consejería de Servicios Sociales. Comunidad de Madrid. 2001. Pág. 87
[7] Manciaux, M. (compilador) La resiliencia: resistir y rehacerse. Ed Gedisa. Barcelona. 2003. Pàg. 50
[8] Atención al Maltrato infantil desde Servicios Sociales. Instituto Madrileño del Menor y la Familia. Consejería de Servicios Sociales. Comunidad de Madrid. 2001. Pág. 87
Jordi Muner
Pedagog, mediador i psicoterpeuta familiar. 

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