[Ö] Ya se ha comentado en otro apartado del bloc sobre la complementariedad del enfoque clínico y social,
el primero centrando su estudio en la familia como sistema y el segundo
ampliándolo a los diferentes contextos en el que se desenvuelve y desarrollan
la familia y sus miembros, según sea su entorno cultural, social, económico,
etc.
Bronfenbrenner (1979) propone cuatro niveles (figura 1), al que él
llamará ambiente ecológico, para la comprensión y estudio del desarrollo
humano:
El
Microsistema
Bronfenbrenner define como microsistema al complejo de
interrelaciones dentro del entorno inmediato [1],
siendo este entorno en nuestro caso, el microsistema familia. Son
variables de este nivel: estructura familiar, comunicación, valores i mitos,
normas y reglas, roles y relaciones,… En este nivel se ha producido el mayor
desarrollo de la terapia familiar.
En este nivel debemos hacer dos distinciones: una a nivel subsistémico
y otra a nivel ontosistémico. Diferentes son los subsistemas dentro de una
familia, según el ciclo vital en el que se encuentre: subsistema conyugal –
parental, subsistema filial – fraternal, subsistema paterno – filial.
A nivel ontosistémico debemos señalar tres grandes subsistemas: sistema
físico, sistema psicológico y sistema social, para referirnos a su estado de
salud y bienestar, en el sentido más amplio del término. Debemos tener presente
que el modelo eco-sistémico se concibe como un fractal [2]
que repite su estructura a diferentes escalas.
El
Mesosistema
En este nivel se manifiestan los diferentes microsistemas en los cuales
participan los miembros de una familia, aunque no sean todos. Los más
relevantes son la familia, la escuela, el trabajo, las amistades,… Por ejemplo,
en el contexto laboral participan los padres pero no los hijos.
Este nivel se correspondería con lo que Sluzki (1996) llama red
social personal: la suma de todas las relaciones que un individuo
percibe como significativas o percibe como diferenciadas de la masa anónima de
la sociedad [3]
El
exosistema reúne todos los contextos que afectan a la familia, a alguno de sus
miembros o a todos ellos, y en los cuales pueden no participar directamente y
que afectan a la vida familiar. El ejemplo más claro es la red de servicios que
se activan, a demanda o derivación de la propia familia o de otros servicios,
para que intervengan con la familia pasando, estos servicios, a formar parte,
temporalmente, del mesosistema familiar.
De entre los servicios más significativos de la red, distinguimos los
sectores: social, sanitario, educativo, policial y judicial. En la evaluación
familiar debemos tener en cuenta la presencia de estos otros servicios y
profesionales que intervienen en la familia, dando lugar a familias
multiasistidas.
El
Macrosistema
Según De Paúl i Arrubarrena (1996), hablando de la aportación de Belsky
(1980), este nivel abarcaría tres tipos de variables: socioeconómicas,
estructurales y psicosociales o culturales. La primera relacionada con los
recursos económicos, su distribución, tasa de empleo, subsidios por desempleo,…
La segunda hace referencia a la organización y funcionamiento de la sociedad y
a la posibilidad de sus miembros de recibir apoyo y acceder a recursos en
momentos de crisis o de necesidad. La variable psicosocial se relaciona con las
actitudes y valores de cada grupo social, y que se expresan en la educación de
los hijos, los roles hombre – mujer, la expresión de los afectos,…
Este nivel de evaluación familiar, desde el macrosistema, es propio de
la sociología y se aleja de las posibilidades operativas del profesional
encargado de realizar una trabajo con la familia, sea éste desde un contexto de
evaluación o terapéutico.
Enlaces previos
>> 1. El profesional ante la evaluación familiar
>> 2. El estudio de la familia desde el modelo sistémico. Aproximación
>> 3. El estudio de la familia desde la investigación en terapia familiar. Aproximación
>> 4. Evolución del estudio de la familia desde la investigación en malos tratos infantiles
Sigue
>> 6. Criterios para la evaluación familiar
[1]
Bronfenbrenner, U. (1979) La ecología del desarrollo humano. Ed. Paidós,
Barcelona, 1987, pág. 27
[2] Las
formas caóticas, a las que llamamos fractales, poseen la característica de que
las “partes” de la forma repiten la forma a diferentes escalas (Briggs, J y
Peat, F.D. Las siete leyes del caos. Las ventajas de una vida caótica. Ed.
Grijalbo, Barcelona, 1999, pág. 130) Un fractal es un objeto geométrico cuya
estructura básica se repite en diferentes escalas. El término fue propuesto por
el matemático Benoît Mandelbrot en 1975. En muchos casos, los fractales pueden
ser generados por un proceso recursivo o iterativo, capaz de producir
estructuras auto-similares independientemente de la escala específica. Los
fractales son estructuras geométricas que combinan irregularidad y estructura. (http://es.wikipedia.org/wiki/Fractal)
[3]
Sluzki, C. La red social: frontera de la práctica sistémica. Ed. Gedisa,
Barcelona, 1996, pág. 42
Jordi Muner
Pedagog, mediador i psicoterpeuta familiar.
Dimensiones de la evaluación familiar de Jordi Muner està subjecta a una llicència de Reconeixement-NoComercial-CompartirIgual 3.0 No adaptada de Creative Commons
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